Perro en la calle.

Hay un perro de la calle que ha decidido hacerse guardián de mi puerta, no porque le hubiera pedido ser quien me advierta de los peligros que se avecinan y yo no sé distinguir. El perro en la calle ladra queriendo informar el cambio que viene, a veces con tanta insistencia que me lleva a la desesperación.

Un perro en la calle eligió ser testigo de historias incontables, inenarrables, pues entre ladrido y mordida renuncia a la memoria canina; supongo que su intención es algún día confundirse entre los humanos. Aún con esas bajas intenciones el perro no deja de mover la cola, sabe bien cuando debe hacerlo, o mostrar sus colmillos hartos de morder la noche. En fin, tengo un perro que no es mío, no lo he adoptado, sólo reconozco que mientras esté en la puerta será mío y de la calle.

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