Perderse en el tiempo.

El tiempo deja sólo tiempo, no deja años, ni montañas milenarias, ni héroes eternos; sin embargo crea en el hombre la necesidad de celebrar para complacer su insignificancia histórica, avanza diciendo que mañana ya no habrá espacio para mirar atrás, para relajar los músculo, para descansar la mirada extraviada. El tiempo es una constante extraña que duele en las manos, más que en el ser, porque las inmoviliza en su afán de abrirse paso en la confusión. ¿Será que el tiempo también muda y cree en la necesidad de otro mundo? Queda esperar a mañana para confirmar la duda, de que hay algo en ti que no puedo mirar, como tampoco olvidar. Hace algún tiempo podía dibujar las líneas de tu abrazo, de una sonrisa o cualquier mueca, de unas palabras, de tu sueño, pero cuando pienso en tus ojos comienzo a olvidar que planeamos encontrar en la distancia lo que buscamos y lo que queremos: aquello parecido al amor que describen los poemas, que también son tuyos. Por que a veces podemos traicionarnos, confundir el paisaje del tiempo como horizonte donde acomodar la esperanza de que nada cambiará. Habrá ocasión para perderse en la arena y el fuego del tiempo. También habrá tiempo para no dejarte ir... Para pensar que mejor, imposible.

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