Viajes y cosas menos.

Aventarse a recorrer el mundo no debería ser tarea complicada, siempre que no tenga relación con mi economía acostumbrada a los números rojos y negativos, viajar sin pasaporte ni visa, entrar y salir sin restricciones, claro no hago apología a cualquier exacerbante neuronal jaja, como si en estos tiempos hiciera falta, porque ante la estrechez financiera lo único barato, porque incluso exige esfuerzo y creatividad, es la imaginación. Pero esto de viajar es en respuesta a tu recomendación de buscar alguien como yo pero en versión aumentada y corregida, que escriba poemas y le guste Sabina también, que me lea un cuento antes de dormir y no me llame cuando no estoy, que me corresponda con el espacio que le doy, que guarde mis recuerdos en un baúl y las llaves las tire por el balcón, tal vez me tire del cabello y lo acaricie a contrapelo, porqué no también que haga una taza de café y hablemos de un río, o me diga sin más "atardece". Hay tantas cosas que mi imaginación puede poner pero que mis deseos no desean. Sin embargo he de verte ahí, uno, o dos, o más pasos delante mío, yendo más lejos sin parar, sin que mi voz te alcance, sin el consuelo de una mirada tuya, ¿será porque quiero seguir la huella de tus pasos pero no puedo?.

No eres ligera, lo sé, prefieres la gravedad del tiempo y la experiencia, aunque tu expresión siempre infantil puede menos contra la autoridad de tus palabras. Quizá también me acostumbre a tu silencio, a tu distancia y a tu sombra. Así, mientras parto a donde perderme un poco más, ganaré, no obstante, algo más para extrañar lo que dejamos atrás.

También te has dado a la tarea de buscar mi pérdida en cada palabra y sólo aciertas a decir que busque en otro lugar, que ni las palabras ni tú tienen la culpa de mi nostalgia. Me corriges pero no lo dices, me espías pero no lo sé. He creído que somos seres irreales buscando lo mundano.